La historia
de vida como un método serio nos proporciona la realización de un análisis, que
nos permitirá tener un contacto directo con lo “vivido” de las personas y por
tanto con la materia prima, partiendo de ese modo la historia de vida forma
parte de las investigaciones cualitativas, siendo estrategia fundamental para
el estudio de las ciencias sociales, debido a que el hombre no es un dato sino
un proceso, el cual actúa en forma creativa en su mundo cotidiano.
Por su
parte los investigadores y los “objetos” de la investigación deben instaurarse
una relación significativa, una auténtica interacción. Refiriéndose a que las
historias de vida ayudan a comprender que en la investigación social todo
investigador es también un “investigado”. Esto significa que la investigación
es concebida como una con-investigación y que cada investigador, lejos de poder
atrincherarse tras un armamento metodológico preconstituido, es a su vez un “investigado”
La investigación
cualitativa históricamente ha privilegiado los estudios de comunidad, en una
búsqueda típicamente “abierta”, que induce al analista a practicar esa virtud
de la humildad, considerada esencial para cualquier científico.
Implicando
para el investigador, algunas renuncias y la aceptación de algún principio
ético más bien importante. Con el fin de aceptar una forma de colocación de la
misma longitud de onda del interlocutor, reconociendo que investigador e “investigado”
se hayan relacionado, en el mismo proceder.
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